¿Alguna vez te has sorprendido escuchando a alguien hablar un segundo idioma y has pensado: «¡Qué rápido habla, debe tener un nivel súper alto!»? O, por el contrario, ¿te has juzgado a ti mismo por hacer una pausa o usar un «eh…» mientras buscas la palabra correcta en el idioma que estás aprendiendo? Solemos equiparar la velocidad y la ausencia de titubeos con el dominio de una lengua. Sin embargo, un estudio reciente sobre estudiantes de español como segunda lengua desafía estas nociones tan arraigadas, revelando que la fluidez se compone de distintas facetas: algunas, como la velocidad, son un eco de nuestro estilo personal, mientras que otras, como la gestión de los silencios, sí delatan nuestro nivel de dominio.
1. Tu velocidad al hablar es más estilo personal que dominio del idioma.
Una de las conclusiones más liberadoras del estudio es que la velocidad a la que hablas no es necesariamente un reflejo de tu nivel. Los investigadores midieron la duración de las sílabas (una forma de cuantificar la velocidad del habla) y descubrieron algo sorprendente: la rapidez con la que los estudiantes hablaban español (su L2) estaba mucho más relacionada con la rapidez con la que hablaban su inglés nativo (su L1).
En otras palabras, si eres una persona que habla rápido en tu lengua materna, es muy probable que también hables rápido en otros idiomas que estés aprendiendo, independientemente de tu nivel. Del mismo modo, si tu estilo natural es más pausado, lo mantendrás. Este hallazgo nos quita un peso de encima: no necesitas correr para demostrar que sabes. Tu ritmo es parte de tu estilo, no una medida de tu habilidad.
2. Las «muletillas» y repeticiones son parte de tu huella dactilar lingüística.
En este estudio también se obtuvieron resultados interesantes relacionados con las «muletillas». Se encontró que estos hábitos en una lengua extranjera están relacionados con los mismos comportamientos en la lengua materna de los hablantes.
Si en español tiendes a usar muletillas o frases de relleno para ganar tiempo mientras piensas, es casi seguro que lo harás cuando hables en otro idioma. Esto significa que esas pequeñas dudas y repeticiones no son necesariamente una señal de que te falta vocabulario o gramática en la otra lengua, sino más bien una manifestación de tu «huella dactilar» lingüística personal. Son parte de tu arquitectura personal para construir el discurso, independientemente del idioma que hables.
3. El verdadero indicador de tu progreso: la gestión de los silencios.
Aquí es donde la historia da un giro. No todos los aspectos de la fluidez son una simple transferencia de tu estilo personal. El estudio identificó dos factores clave que sí se correlacionan fuertemente con el nivel de competencia: la frecuencia con la que un hablante hace pausas silenciosas y la duración de las mismas.
A diferencia de la velocidad o las muletillas, una menor cantidad de silencios largos sí fue un buen indicador del nivel de los estudiantes. Esto se debe a que una menor cantidad de pausas silenciosas refleja una mayor automaticidad en el acceso al vocabulario y en la construcción de estructuras gramaticales, reduciendo la carga cognitiva necesaria para planificar el discurso. Por lo tanto, si buscas una señal real de tu progreso, no te fijes en la velocidad a la que hablas, sino en cómo gestionas y reduces los silencios.
4. Algunos rasgos se transfieren desde el principio (y otros siguen siendo un misterio).
El estudio nos deja con dos ideas finales fascinantes. Primero, estas fuertes asociaciones entre el idioma nativo y el extranjero, como la velocidad del habla, no son algo que aparezca solo en niveles avanzados. Se manifiestan desde las primeras etapas del aprendizaje y se mantienen estables en diferentes contextos. Esto sugiere que nuestro ritmo y estilo al hablar son rasgos tan arraigados que se transfieren casi de inmediato cuando empezamos a hablar otro idioma, en lugar de ser hábitos que se desarrollan con el tiempo.
Conclusión
La próxima vez que evalúes tu progreso en un idioma, recuerda que la fluidez no es un concepto que se pueda definir de forma exacta. Es un mosaico donde algunas piezas reflejan tu competencia real, mientras que otras son simplemente el eco de tu «huella dactilar» lingüística: tu voz y estilo personal manifestándose en un nuevo código.