Si sigues mi blog habrás oido hablar muchas veces ya sobre la aplicación Anki. Anki se basa en la repetición espaciada y en la recuperación activa: dos principios que la lingüística sitúa entre las técnicas más potentes para fijar vocabulario y estructuras gramaticales. Hoy te voy a dar algunos consejos para optimizar tu uso de esa aplicación y obtener los mejores resultados.

Construye tarjetas que obliguen a pensar

La recuperación produce más aprendizaje que la simple exposición. Esto quiere decir que no solo por ver algo vas a recordarlo después: tienes que intentar recuperarlo de tu memoria en ese momento, como cuando ves el anverso de una flashcard e intentas recordar lo que pone en el reverso. Kornell y Bjork llamaron a esto “testing effect” (efecto examen): cuanto más te esfuerzas por recordar en cada repetición, mejor consolidas la información.

Menos es más: dosificar el número de tarjetas nuevas

Introducir demasiadas tarjetas/palabras nuevas de golpe eleva la carga de revisión y reduce la exactitud en las sesiones siguientes. Para un estudiante de idiomas, añadir entre 10 y 20 nuevas tarjetas al día suele ofrecer el mejor equilibrio entre progreso y fatiga, el sistema sigue suponiendo un desafío sin que las revisiones diarias superen los 20‑25 minutos y produzcan cansancio.

Intervalos inteligentes y autoedición

Anki permite ajustar las pautas de espaciado. Estudios de optimización muestran que un primer intervalo alrededor de las 24 h y un segundo entre el tercer y quinto día maximizan la curva de olvido para palabras nuevas. Además, conviene activar la función leech: cuando fallas una tarjeta más de ocho veces seguidas, Anki la etiqueta. No la borres; reescríbela añadiendo una pista visual o auditiva para que el cerebro disponga de nuevas claves.

Conecta palabras con experiencias reales

El sistema de repetición espaciada se refuerza cuando el cerebro percibe relevancia. Una técnica sencilla consiste en incluir la palabra en una frase sobre tu vida (por ejemplo para «failed» podrías pensar «I failed my driving test last year«) y añadir una foto propia o un audio breve. Esto aumenta la activación en el hipocampo (la región del cerebro que almacena la memoria) y acelera la consolidación.

Plan diario de 15 minutos

Empieza la jornada con la revisión automática y reserva los últimos cinco minutos para las tarjetas nuevas. Por la noche, repasa mentalmente dos o tres ejemplos clave justo antes de dormir: la sinergia entre práctica diurna y sueño profundo fija el recuerdo. Si tu curso o tus materiales ya marcan qué léxico añadir cada día, el proceso se vuelve todavía más ágil: tú solo tienes que “alimentar” Anki y dejar que el algoritmo haga el resto.

Cerrar el círculo: del escritorio a la conversación

No olvides “exportar” las palabras dominadas a situaciones reales. Al final de cada semana, elabora un mini‑monólogo o una nota de voz usando cinco términos que Anki declare “maduros”. La transferencia activa refuerza rutas neuronales y evita que tu vocabulario se quede atrapado en las tarjetas.

Conclusión

Anki no es solo una app de tarjetas: es un laboratorio personal de memoria sustentado por décadas de investigación. Tarjetas bien diseñadas, intervalos graduados y una dosis constante de contexto real convierten las listas de verbos o expresiones técnicas en parte de tu repertorio activo. Con un plan estructurado —idealmente integrado en materiales que señalen qué, cuándo y cómo añadir contenido— sacarás el máximo partido a cada sesión y comprobarás cómo tu inglés (o cualquier idioma) crece casi sin darte cuenta.

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