Imagina que un lunes quedas para comer con un amigo y te da la receta de una tarta deliciosa. Esa misma tarde vas a comprar los ingredientes que necesitas. Al llegar a casa, entras en la cocina y dejas las cosas en su sitio. Lo tienes todo para disfrutar de una merienda de lujo. Sin embargo, te da un poco de pereza cocinar y coges unos cereales de chocolate del armario para quitarte un poco las ganas de dulce.

El domingo de esa semana vas a la cocina y te das cuenta de que no te queda nada dulce para después de comer. ¡Tragedia! 😱 Entonces recuerdas esa receta que te pasaron y para la que sigues teniendo los ingredientes. Tienes tantas ganas de dulce que te decides a cocinar. Al principio cuesta un poco: derramas la masa, se te quema un poco el bizcocho… Al final, lo consigues. Ya tienes tu producto. Tu primera tarta. 🍰

La siguiente vez que haces la tarta puedes anticipar los posibles problemas que van a surgir. Conoces mejor tu horno, tus habilidades y la forma en la que se comportan los distintos ingredientes.

Esta metáfora se puede aplicar tanto a la cocina como a un sinfín de situaciones en la vida. Sin embargo, yo voy a aplicarla a los idiomas. 

Muchas veces lo que sucede cuando aprendes un idioma es que conoces de manera formal ciertas características del idioma. Sabes vocabulario (los ingredientes), e incluso sabrías crear frases más o menos complejas (la receta). El problema, amigos y amigas, es que no es suficiente. No es suficiente con “saber hacerlo”. Hay que hacerlo.

Pero hacer cosas implica dos problemas principales:

1️⃣ Hacer cosas cuesta trabajo. Ni la persona más motivada del universo tiene ganas siempre de hacer cosas, especialmente si requieren esforzarse mental o físicamente. Aprender cuesta. A veces incluso ponerte a ver series en inglés o estudiar las flashcards diarias cuesta. Entonces buscamos atajos o fórmulas mágicas para aprender. No suele funcionar.

2️⃣ Al principio de cualquier aprendizaje, las cosas no suelen salir demasiado bien. Los ejercicios están llenos de fallos, no estás satisfecho con tus redacciones, el listening es un desastre… Esto no motiva mucho, claro. Si encima de que te pones, te sale todo mal, ¿Cómo vas a querer seguir? 

¿Qué se puede hacer para superar estos problemas?

Es muy importante que tengas compromiso contigo mismo/a. Porque como en la metáfora de la tarta, al principio te costará un mundo ponerte y puede que te salga muy mal lo que hagas. Pero si consigues formar un hábito, cada vez te costará menos, construirás sobre lo que ya has practicado y lo que hagas te saldrá mejor. No siempre lo vas a conseguir, pero muchas veces sí. Esas veces lo van a cambiar todo.